Arriba está el trigrama Ch’ien (Cielo), abajo el trigrama K’un (Tierra). La imagen metafórica de este hexagrama son personas indignas (tontas) gobernando la situación, impulsadas por intereses egoístas momentáneos, no se puede esperar justicia ni un enfoque racional de ellos. Si las posiciones invertidas de los dos trigramas en el hexagrama Tai (Prosperidad) muestran una mezcla favorable de Tierra y Cielo, aquí estos dos trigramas están distantes y alienados el uno del otro. El Cielo aspira hacia arriba, la Tierra hacia abajo, no hay conexión ni contacto. El resultado es un obstáculo y negatividad. Donde la fuerza está arriba y la debilidad abajo, todo puede desmoronarse fácilmente; donde la fuerza está fuera y la debilidad dentro, hay solo superficialidad e impermanencia. Este es un momento en que lo importante y grande se aleja. Inmediatamente, todo lo relacionado con la ganancia momentánea, solo llega lo pequeño e insignificante.
Este es un tiempo para la conservación, no la dispersión de las fuerzas y energía propias. El texto chino original utiliza la imagen de ‘imposibilidad de distinguirse en el servicio’. Aquellos que piensan solo en sí mismos y olvidan a las personas a su alrededor pueden ganar poder y autoridad temporalmente, pero no durará mucho y no traerá beneficio a nadie. Una imagen alternativa para entender este hexagrama es un estado de enfermedad, en el cual el paciente necesita acumular fuerzas y ayudar al cuerpo a lidiar con la aflicción. Si pretende estar sano y no acepta la situación tal como es, la enfermedad solo empeorará.
El hexagrama nos advierte que si nos dejamos llevar por ilusiones, enfrentamos solo el agravamiento de los problemas. En tales períodos de infortunio, Pi nos recuerda permanecer firmes y recordar que todos los estados son temporales y definitivamente llegarán tiempos mejores.