Arriba está el trigrama Chen (Trueno), abajo está el trigrama Sun (Viento). La imagen metafórica de este hexagrama es el nacimiento del Viento a partir del Trueno, es decir, el Trueno da el impulso, y el Viento sigue. El Viento y el Trueno se potencian mutuamente. El Trueno gana al Viento, y su voz se esparce lejos, el Viento sigue al Trueno, y en su Aliento-Qi, hay fuerza. Observando esto, el gobernante sabio se da cuenta de que el Trueno por su naturaleza es firme y valiente, mientras que el Viento es suave y liso. La firmeza y la suavidad se ayudan mutuamente y por lo tanto son capaces de mover a todos los seres. La naturaleza de la firmeza corresponde en una persona a Yang, y la naturaleza de la suavidad a Yin. Yin y Yang se necesitan mutuamente (se nutren el uno al otro), y por lo tanto son capaces de moverse eternamente (por mucho tiempo) en su Camino-Dao.
Ambos elementos, ambas energías – el Viento y el Trueno – son fuerzas que surgen alternadamente. Su interacción indica que lo constante existe gracias a la actividad, no a la inercia. La persistencia es posible a través del cambio, ilustrado por las estaciones cambiantes, no por el estancamiento.
Metafóricamente hablando, cuando dos se aman y respetan mutuamente, trabajan hacia un objetivo común, como el Trueno y el Viento en este hexagrama, su relación se vuelve autosuficiente. La suavidad interior y la fuerza exterior se equilibran mutuamente, creando una base poderosa y robusta.
En asuntos importantes, Heng nos aconseja seguir persistentemente el plan que consideramos correcto y adecuado. Debemos resistir la tentación de probar maneras más fáciles de actuar o actuar traicioneramente y egoístamente, ya que en este camino podemos perdernos. «Es tiempo de comprometerse con algo valioso», – esto es a lo que Heng nos señala.