Arriba está el trigrama Kan (Agua), abajo está el trigrama Ken (Montaña). La imagen metafórica de este hexagrama es una masa de agua en la cima de una montaña. Su inclinación natural a fluir hacia abajo se ve interrumpida. Cuando suficiente agua se acumula, se apresura en todas direcciones. Cuando esto sucede, el agua plantea un nuevo peligro: puede descender como una poderosa y destructiva cascada o como un arroyo infranqueable.
Jian nos advierte que nuestra situación tiene tantos obstáculos que se ha vuelto extremadamente peligrosa. Estos peligros externos no pueden ser confrontados abiertamente. Si hay alguna posibilidad de evitar los peligros de manera segura, debe ser utilizada. Lo más probable es que necesitemos quedarnos donde estamos hasta que ganemos fuerza y reunamos refuerzos. Esta no es una situación de la que podamos salir por nosotros mismos. En cambio, debemos unir fuerzas con personas afines.
Mientras esperamos el momento adecuado, las oportunidades y el apoyo, es importante abandonar la autocompasión y no buscar a alguien a quien culpar. Es mucho mejor considerar si el problema que enfrentamos es en cierto sentido resultado de nuestras propias acciones, pensamientos y decisiones. Tal vez el peligro externo surgió debido a la vaguedad de nuestros pensamientos.
El hexagrama indica inequívocamente la presencia de dificultades que nos impiden avanzar y actuar en este momento. El deseo de actuar para satisfacer nuestras ambiciones, de «olvidarse de uno mismo» en el flujo de deseos y pasiones, no traerá el éxito deseado, y puede, por el contrario, empeorar la situación.